No.4 Enero-Febrero de 1999
Traigo pasiones y sueños tras un largo viaje por tiempos y espacios. Escudriño en las huellas que han dejado las culturas diversas para conformar mi cuerpo en estas páginas; cito, parafraseo, concuerdo y discrepo desde mi experiencia existencial, juego con las letras para encontrarme y encontrarte.
Sólo vale este punto de convergencia, este intercambio de reflexiones, si tras él te quedan elementos para la meditación que despliegue las alas del vuelo espiritual.
No creo en la victoria de un tiempo pragmático, bajo la fiebre de oro hay un mundo sereno de algas, de rocas, de conchas y peces con su poética de paz y profundidades de las almas. A navegar te invito por un océano de razones con el viento de cura y amor. Desata los cabos de la mente y sumérgete con este buceador de textos al que puedes llamar simplemente… El Diablo Ilustrado
Alguien dijo que
hay un cierto placer en la locura que solo el loco conoce y
hay en esta expresión un juego semántico entre el desquiciamiento en
sentido literal y en el metafórico. Existe el ser que por X enfermedad
de la mente pierde el sentido lógico de la vida, pero también quienes
desafían esquemas, prejuicios, y asumen su cotidianidad con poesía, a
estos, los seres convencionales los tildan de locos. Dijo
Aristóteles que
no hay un gran genio sin mezcla de locura y Swift escribió:
cuando un genio aparece en el mundo se reconoce por esta señal: todos los estúpidos se confederan para atacarlo.
No es exclusividad de nuestra época que los seres que anteponen la
bondad al interés o que viven buscando sueños sean señalados
peyorativamente por los que se encierran en su pragmática y convencional
existencia. Claro, en un mundo que pretende imponer la mentalidad de
mercado (donde se mide a la gente por el status material) debemos
coincidir con
Mirta Yáñez: